Todai-ji (東大寺) |
Hoy
quiero llevaros a dar una vuelta por Nara, concretamente por Todai-ji. Ya hablé
de Nara cuando visitamos sus nevados jardines iluminados en invierno, o cuando
fui de excursión con mi academia. Con mis compañeros ya visitamos este fabuloso
templo, pero aún me quedaba haceros una pequeña narración de mis impresiones
sobre el lugar.
En
el parque de Nara se encuentran los Monumentos Históricos de la Antigua Nara,
patrimonio de la humanidad por la UNESCO desde 1998. He visitado este parque
tres veces, y siempre me queda algo por ver, algo que me obliga a volver, por
ello estoy seguro que no será éste el último post sobre esta bonita ciudad.
Fue
en el periodo Nara (710-784) cuando esta ciudad se convirtió en la primera
capital del antiguo Japón, y cuando lució su mayor esplendor. Hoy día, con el
paso de los siglos, aún podemos disfrutar de esa grandiosidad visitando templos
como Todai-ji, la estructura de madera más
grande del mundo.
Antes
de llegar entre los arboles ya se puede entrever la gran nandaimon (南大門) o
gran puerta del sur. Construida en el siglo XII es usada para atravesar la
muralla que separa lo sagrado de lo mundano, una vez dentro un camino nos lleva
directamente hasta la gran estructura de madera. Siempre observo esta puerta
con admiración, veo en ella antigüedad, historia, siempre merece la pena
detenerse a observarla.
Alrededor
de la entrada del templo encontramos un pequeño lago, y mapas que nos informan
sobre un mirador, y otros de los monumentos que encontraremos si andamos un
poco más. De momento visitaremos este templo, así que pagamos un módico precio, y accedemos al
recinto.
Como
vemos en la foto que abre este post, la primera imagen es realmente increíble,
entre jardines y montañas Toda-ji nos hace sentir que estamos en Japón, y que más
que nunca estamos respirando su cultura.
Al
acceder al interior nos encontramos con su gran daibutsu (大仏) o
gran buda. Volvemos a sentirnos especiales, y nos dedicamos a rodear y observar
la imponente imagen.
Hay
un agujero en una columna, es igual de grande que el agujero de la nariz de la
escultura, los niños, que tienen facilidad para pasar a través de él, consiguen
con ello la iluminación, la bendición del gran buda, los adultos muchas veces
ven frustrado su intento de atravesarlo.
Otras
figuras acompañan a la principal, todas son increíbles, pero el templo en sí
mismo también lo es, si miras al techo entiendes la dificultad de levantar con
madera esta estructura en el siglo VIII.
Nos
purificamos con el incienso, disfrutamos del siempre animado ambiente, y
seguimos nuestro paseo, son muchas las cosas que aun deberíamos de visitar en
el parque de Nara, puede que no tengas suficiente energía o tiempo, por lo que
te verás obligado a volver a Nara.